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Lo más peligroso de la pelea entre Javier Milei y Mauricio Macri no es su impacto inmediato en la política, sino el mensaje que transmite: que destruir al otro vale más que construir algo en común. Dos líderes que alguna vez compartieron un proyecto hoy se enfrentan como enemigos públicos. Y lo que se quiebra en esa guerra no es solo una relación personal, sino toda posibilidad de diálogo, de consenso, de futuro compartido. Porque sin confianza, no hay política posible. Leer más