El cierre del año llegó con un nuevo foco de conflicto en el peronismo bonaerense. El futuro del PJ provincial quedó bajo discusión tras la confirmación de Máximo Kirchner de que las elecciones partidarias se realizarán en febrero, en coincidencia con el 80º aniversario del primer triunfo electoral de Juan Domingo Perón.
El hijo de la expresidenta sostuvo que “la idea es hacer elecciones en febrero en el marco de los 80 años del primer triunfo del peronismo” y recordó que “con el gobernador se acordó la continuidad en el PJ de la PBA en el marco del cierre de listas”. Máximo afirmó que continúa dialogando con intendentes para definir el proceso interno y ratificó su voluntad de avanzar con la convocatoria.
El anuncio reactivó una disputa larvada entre La Cámpora y el entorno de Axel Kicillof, que ya había quedado expuesta durante las elecciones legislativas del 26 de octubre. En ese comicio, el peronismo perdió por escaso margen frente a la lista libertaria encabezada por Diego Santilli, una derrota que debilitó al oficialismo provincial y acentuó las diferencias internas.
En la noche de esa derrota, Máximo Kirchner dejó en claro su malestar con el gobernador. Mientras Kicillof pronunciaba su discurso en el búnker de La Plata, los gestos del dirigente camporista marcaron el inicio de un nuevo capítulo en la interna. Desde su espacio cuestionaron el desdoblamiento electoral que impulsó el mandatario bonaerense y reprocharon a los jefes comunales su falta de compromiso en la campaña nacional.
El recambio de autoridades en el PJ aparece así como el escenario donde se medirá el poder de cada sector. Intendentes del conurbano ligados al Movimiento Derecho al Futuro, como Federico Achával (Pilar), Gastón Granados (Ezeiza), Nicolás Mantegazza (San Vicente) y Federico Otermín (Lomas de Zamora), comenzaron a evaluar una estrategia común para evitar que La Cámpora retenga el control absoluto del partido. Granados fue tajante: “Los dirigentes nacionales tienen que entender que los intendentes somos los que tenemos los votos”.
Una de las voces que sorprendió fue la de Mariel Fernández, intendenta de Moreno y vicepresidenta del PJ bonaerense. La dirigente del Movimiento Evita expresó que “lo que necesitamos es que el partido no sea una cáscara vacía ni un elemento de disputa sino de construcción. Un partido que interpele, que recorra, que escuche mucho. Hoy no sucede”. Además, reconoció su interés en participar de una eventual interna porque “si hay internas, obviamente quiero participar como cualquier otro dirigente”.
En paralelo, otro nombre comenzó a circular entre los sectores más distantes del kirchnerismo: el de Verónica Magario, actual vicegobernadora bonaerense. Su figura ganó relevancia entre quienes promueven una renovación partidaria que acompañe al kicillofismo y proyecte el liderazgo hacia 2027, cuando el gobernador ya no podrá competir por un nuevo mandato.
Magario arrastra viejas tensiones con La Cámpora. En abril, tras el acto encabezado por Máximo Kirchner en San Justo, la vicegobernadora fue objeto de críticas desde el camporismo. En ese mismo distrito, la llamada Mesa La Matanza con Cristina respaldó la candidatura de la expresidenta antes de la condena en la causa “Vialidad”, mientras Magario mantuvo silencio público.
Con el mandato de Máximo Kirchner a punto de expirar el 18 de diciembre, el PJ bonaerense enfrenta semanas decisivas. El tablero peronista se reorganiza con múltiples actores y una certeza compartida: las elecciones internas de febrero no solo definirán la conducción partidaria, sino también el punto de partida hacia la sucesión de Axel Kicillof en 2027.
¿El peronismo elegirá su nuevo liderazgo por consenso o a través del conflicto? La respuesta, una vez más, parece venir marcada por la historia.
