Aquel 30 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín triunfaba en las elecciones por un amplio margen, lo cual significó un momento muy especial para toda la sociedad, una bisagra en la política Argentina.
La Argentina abría un nuevo camino lleno de esperanzas de la mano de la Unión Cívica Radical (UCR) en 1983.
Luego de una de las más crueles dictaduras y de la implementación de políticas económicas que demostraron que solo trajeron ruinas a la economía y la sociedad. Aquella elección fue una luz de esperanza.
Hoy, las nuevas generaciones y la historia lo han erigido como el “Padre” de la Democracia Argentina, pero Alfonsín fue mucho más que eso, fue un estadista, un líder político.
No solo para quienes conciben su gesta en la línea de los grandes prohombres que el radicalismo ofreció a la sociedad argentina, como lo habían hecho Alem, Yrigoyen, Alvear e Illia antes que él, sino también para innumerables políticos, intelectuales, hombres y mujeres que supieron apreciar en su persona y en su gestión los valores de una identidad partidaria puesta al servicio de la militancia como ejercicio de la vida política, y de ésta para la construcción del Estado, sustentada en el estado de Derecho, la Democracia y los Derechos Humanos.
Alfonsín entendía que el verdadero significado de la Democracia, era mucho más que elegir, era un concepto mucho más abarcativo y complejo.
Es desarrollo con equidad, igualdad, respeto de las leyes, la constitución, y la búsqueda constante del bien común.
En estos tiempos de grietas y discursos de odio, retomemos muchas de los conceptos de Paz, diálogo, consensos, búsqueda del bien común, respeto por el otro.
Recordemos que solo todos juntos podremos construir un Futuro como País.
A 42 años de ese momento bisagra en la Argentina, todos reconocen que sin ninguna duda sin Alfonsín la democracia actual no sería la misma.
Hoy cuando algunos lo cuestionan, honremos a don Raúl Alfonsín y su legado, trabajemos juntos para fortalecer la Democracia con justicia, esperanza, Paz.
Lic. Javier Argolo.
